Siempre habrá esperanza de futuro en un hijo. Siempre habrá satisfacción y orgullo por un hijo destacado, sobresaliente hombre de ciencia, de excelentes cualidades humanas, de gran inteligencia, conocimientos e inventiva.
Los genes de la ingeniería y de la técnica sofisticada provenientes de su abuelo Hermes y Denis, su padre, se esmeraron en elaborar una mente brillante y superior en Paul. Un joven genial, con la garantía de una vida exitosa, ya ilustre, ya sobresaliente.
Pero la vida humana es también tragedia, azar y sorpresa. De los tres hechos anteriores descartamos el afán de la tragedia y esperamos que el azar y la sorpresa sean positivos y contribuyan a la realización personal, a la satisfacción familiar, al avance científico, al mejoramiento organizacional y al bienestar de la sociedad. Cuando la tragedia se produce, terrible hecho, no hay cómo, ni siquiera intentar describirlo por desgarrador y triste, y parece no haber refugio posible para dicha pena.
En otras épocas los hijos jóvenes partían para la guerra y los padres podían esperar malas noticias. En estas épocas cuando los hijos parten a divertirse, esperamos que disfruten sus merecidos esparcimientos, pero los hilos de la vida que tejen nuestro destino, producen hechos insólitos. Los deterministas nos dirán que ese era su destino, corto pero lleno de realizaciones, que muchos hombres celebres han muerto jóvenes y que mientras estemos en esta vida corremos el riesgo de perderla. Los hinduistas dirán que ese era su karma y que uno muere una vez cumplida su misión. ¿Cuál es la realidad? ¿Qué somos de verdad? ¿Cómo puede truncarse una vida en estas circunstancias? ¿Qué sentido tiene su partida? Ninguna explicación dará claridad, pues los misterios de la vida no entendemos y la mente humana tendrá que reconocer que no podemos afirmar nada con certeza.
Nosotros aun en esta dimensión, sin comunicación con otros mundos, con la vida espiritual, es decir, aquello que no corresponde a la materia, sin saber nuestra razón de ser, ante circunstancias como esta, visualizamos con más trasparencia el viaje en el que estamos, tal vez yendo y viniendo de una dimensión a otra.
Paul: en tu corta pero fructífera existencia representaste bien tus apellidos, tu gente, tu país. Imposible que el recuerdo sustituya tu presencia pero cuando surge tu imagen, una paz indescriptible, un consuelo infinito proviene de todo lo que fuiste, no por una engañosa resignación, sino por la fuerza que deja tu existencia. Y en la misma proporción a la inmensidad de tu ser se producirá la fortaleza para soportar tu partida.
Deja un comentario